Sra. Susana Villarán de la
Puente, Alcaldesa Metropolitana de Lima
Sra. Ana María Urchueguía,
Delegada del Gobierno Vasco para Chile y Perú
Sr. Dr. Raúl Noblecilla,
Presidente de Euskaletxea de Lima
Mons. Miguel Irízar, Obispo de
Yurimaguas y Callao durante muchos años
Sres. Invitados y amigos todos
La
Villa de Gernika, a diez kilómetros del mar cantábrico, se asienta en el valle
de Urdaibai, a la vera del río Oka que, en las mareas altas, trae agua salobre
hasta la población. Sin embargo, Gernika no tiene tradición pesquera y vive del
comercio y pequeñas industrias. Todo su entorno, de verdes colinas, está
sembrado de caseríos o poblados de unos 500 a 700 habitantes, entre ellos está
mi Errigoiti natal. En el censo de 1930, Gernika contaba con 5,229 habitantes.
La Villa Foral, conserva una bella Casa de Juntas, donde desde antiguo, y bajo
el árbol sagrado del roble, juraban los reyes respetar las libertades del
pueblo vasco. En este mismo lugar, José Antonio de Aguirre fue elegido
presidente de los vascos, con la tácita aceptación de monárquicos y
republicanos prestó juramento de su cargo, bajo el roble sagrado, el 7 de
octubre de 1936, como Lehendakari de Euskadi, País Vasco Autónomo, y…. la
guerra ya se sentía muy cerca.
Precisamente,
en diciembre del mismo año, la Legión Cóndor había recibido del comando supremo
franquista la instrucción de bombardear “masas humanas para convulsionar la
moral de las fuerzas enemigas” y así, el 31 de marzo de 1937, un intenso
bombardeo al pueblo de Durango, a 25 km. De Gernika, dejó 330 muertos.
Las
gentes de una veintena de caseríos que rodean Gernika solían bajar a la villa
los días lunes para vender sus productos agrícolas, aún hoy siguen haciéndolo,
ya que, con la utilidad que percibían, podían adquirir lo necesario para la
casa. Ello daba a la villa un movimiento comercial importante y, desde
distintos puntos del país vasco venían compradores y vendedores; esta es la imagen
del Gernika de entonces.
A
pesar de que se sentía muy cercano el rumor de la guerra las usanzas seguían
siendo las mismas. El lunes 26 de abril de 1937, como era usual, llegaron a la
plaza las campesinas de la zona a vender sus productos. Era un día claro y
tranquilo de primavera, pero a eso de las 14.45, se escuchó el ruido
ensordecedor de los aviones Heinkel He 111, que comenzaron a tirar sus bombas
sobre la población civil, la que se encontraba completamente indefensa, y que
casi duplicaba los 5,000 habitantes, debido a los refugiados que llegaban
huyendo de los frentes del este y a los comerciantes venidos al mercadeo.
Seguidamente, los K 88 sembraron sus bombas explosivas e incendiarias, y
ametrallaban a la población que corría desorientada. La tarde se tiñó de
oscuridad y sangre, pero el bombardeo no cesó hasta las 19.30 horas, con
ligeras intermitencias. Total, la descarga fue de toneladas de bombas que
destruyeron el 70% de las casas del poblado, aunque muchas de las bombas
cayeran en la campiña.
Ese
lunes estuve en Gernika, tenía tres años y, probablemente mi madre, ante mis
lloros, consintió en llevarme a visitar a mis dos hermanas mayores, Kollestine
y Maritxu, de 21 y 18 años. La mayor trabajaba con Conde Arana y Maritxu en el
colegio de las Carmelitas, ayudaba y estudiaba. Terminadas sus compra- ventas
y, después de despedir a las hijas, mi madre salió camino a su casa con sus
primas y su niño. Yo viajaba en una de las canastas del burro, transporte usual
en el medio. Estando a mitad de la colina de Aizerrota, escucharon el rugido de
los aviones y vieron como comenzaba el bombardeo. Yo era ajeno a todo, pero
ahora sé que para mi amatxu, debió ser terriblemente angustiante e imborrable
el espectáculo que, desde la colina observaba con incredulidad. Aquellas
imágenes y aquel momento no los pudo olvidar durante todo el resto de su vida
que fue bastante corta. Sus dos hijas salieron ilesas. Mi hermana Maritxu, pese
a sus 93 años, recuerda con lucidez aquel trágico lunes.
El
jefe de la legión Cóndor escribió con gran cinismo, en su reporte del día
subsiguiente: “Guernica, ciudad de 5,000 habitantes, ha sido literalmente
arrasada. El ataque se realizó con bombas de 250 kilos y bombas incendiarias…
aún se ven los hoyos de las bombas en
las calles, realmente fantástico” ¿Cuánta gente murió en Gernika, la respuesta
correcta nos da Steer, corresponsal inglés de The Times: “Para el pueblo de
Gernika no fue cuestión de cifras, sino el terror inconmensurable e infinito”
En
los meses que siguieron a la guerra, la situación de los refugiados fue
inhumana, estaban sin patria y sin pan. José Antonio de Aguirre, presidente de
Euskadi, recorrió países buscando voluntades para acogerlos, también llegó al
Perú, donde el gobierno de Benavides autorizó el arribo de un barco con
refugiados procedente de Francia, pero antes de llegar al Callao hubo
elecciones y cambio de gobierno; Prado Ugarteche, ante la arremetida de la
prensa, que alegaba que los exiliados eran comunistas, revocó la autorización.
Hoy
conmemorando los 75 años de aquella tragedia, y como un homenaje a todos los
que sufrieron la barbarie, decidámonos a poner todos nuestros esfuerzos al
servicio de una paz digna, equitativa, justa, sin desfallecer por las
contrariedades, esa debe ser nuestra misión. Otra razón que tambiéndebe
impulsarnos por este camino es la celebración de los 400 años de la fundación
de La Ilustre Hermandad de Nuestra Señora de Aranzazu de Lima.
El
historiador Lohmann Villena, expresa así su admiración por esta hermandad:
“Espíritu de fraternidad regional que anidaba en el ánimo del nutrido
contingente de vascongados con residencia en esta capital del Virreinato
peruano”. El próximo domingo 9 de setiembre se celebra la fiesta de la Virgen
de Arantzazu, nos reuniremos en San Francisco de Lima, sede de la ilustre
cofradía. Monseñor Miguel Irizar, obispo emérito de Yurimaguas y Callao,
presidirá la Misa a las 11 del día, están cordialmente invitados, pues una
oración juntos y compartida, nos hará bien a todos.
Como
muestra de su amor e integración a este país de acogida; podemos observar la
huella del paso de los vascos y de sus hijos por toda Lima. Tres hijos de
vascongados: Hipólito Unanue, José Javier Baquíjano y José María de Egaña,
fueron forjadores del sentimiento patriótico de la nación peruana; fundando
en1787, la “Academia Filarmónica”, luego la “Sociedad Amantes del País”, a
imitación de la Real Sociedad Vascongada de amigos del País; a continuación, el
“Mercurio Peruano”, medio difusor de sus ideales.
Otro
vasco, Matías Maestro Alegría, nos dejó las torres de la Catedral, el
Cementerio General, la Academia de Medicina de San Fernando y muchas otras
aportaciones artísticas, entre ellas el Retablo Mayor de San Francisco.
Sebastián
de Antuñano, de Balmaceda, fue el iniciador y promotor de la Procesión del
Señor de los Milagros, de tanto arraigo en Lima y Perú.
Alvaro
de Ibarra y Merodio, cuyos padres eran de Berriatua, Bizkaia, fue Capitán
General Interino a la muerte del Virrey Lemos. Por ello, se le considera el
primer peruano que gobernó su patria.
Para
concluir, muy cerca de aquí, en el Palacio de Osambela, San Martín celebró la
proclama de la independencia y con la donación de esteilustre navarro, pudo
nuestro Libertador, fundar la Biblioteca Nacional y,prosiguiendo con el tema
patriótico, José Bernardo Alcedo Larraín y José de la Torre Ugarte, nos dejaron
la música y la letra de nuestro Himno Nacional.
Aquí,
donde tantos vascongados encontraron una patria nueva, resulta realmente
apropiado realizar esta pequeña exposición del recuerdo del dolor del pueblo
vasco, que nos trae un mensaje actual y evidente: “La violencia destruye y
causa dolor”.
Eskerrak
gaur gurekinbilduzaretenguztiori.
Gracias
por acompañarnos en este día. GoraGernika. Viva el Perú.